Historia de una cesárea programada
Ya les compartí la historia de un parto breve, ahora les voy a contar sobre la experiencia opuesta, una cesárea calendarizada.
Aunque es un tema muy controversial, en mi opinión, no hay forma mala de llegar al mundo, siempre y cuando ese momento sea respetuoso, cuidado y amoroso.
Esta decisión puede ser por un tema de salud o por elección propia.
Les voy a platicar de mi último embarazo, fue saludable y sin riesgos.
Tenía los malestares normales, un reflujo terrible y un cansancio tremendo, que no me dejaba pararme de la cama, o abrir los ojos para leer mis mensajes.
Literalmente toda mi energía era para crear a mi bebé y hacerlo crecer.
Mi corazón siempre estaba acelerado, pero varios estudios comprobaron que todo iba bien.
No era más que ansiedad. Unas ganas enormes de que todo estuviera en orden y de que este bebé sí se quedara con nosotros.
En la semana cuarenta fuimos a una revisión y el ginecólogo me dijo que el cordón estaba doblemente enredado, me sugirió una cesárea con estas consideraciones, cerca de iniciar el trabajo de parto o pasando la semana 41.
Me dijo que la decisión era mía y que él me iba a apoyar en todo 🙌🏻.
Sin embargo decidimos esperar, hasta que una mañana me desperté diciendo -“ya no puedo más”, estaba agotada física y emocionalmente.
Le marqué al doctor y dudosa le dije -“creo que quiero programar la cesárea”.
Se sorprendió muchísimo porque siempre me había inclinado por un parto natural, pero me dijo -“cuando una mamá está bien su bebé está bien” y con el riesgo de arder en el infierno de las malas madres tomé la decisión.
Hice mil preguntas sobre el procedimiento, la salud del bebé, la lactancia, y la recuperación.
Fijamos una fecha y me aseguré de ser clara en que quería que fuera una cesárea respetuosa, tener contacto piel con piel y alimentar a mi bebé de inmediato y así fue.
El 31 de enero a las 6 de la mañana salimos hacia el hospital, me prepararon y recuerdo que me sentía tranquila, estaba con mi esposo, y con dos doctores que para nosotros son mucho más que eso.
No se sí esta vez hubo música, lo único que tengo en la memoria es la sensación de ir perdiendo poco a poco el control de mis piernas y de mi cuerpo, no sé cuánto tiempo paso, cuando abrí los ojos seguía en la sala de expulsión.
Olivia estaba sobre mi, alimentándose. Ahí la vi por primera vez, pero mi alma la reconoció de otras vidas.
La magia de dar a luz es inmensa en un parto natural o en una cesárea , ambas son formas que permiten que la vida suceda.
Con cariño,

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