Antes de ser mamá, siempre pensaba cómo iba a hacer tal o cual cosa; estaba convencida de que mi bebé usaría pañales ecológicos, nunca comería papillas comerciales, no iba a probar azúcar, ni tomar medicinas, mucho menos lo iba a entretener con un i pad, y no lo iba a “tronar de empacho”.
 
Pero, la crianza no es lo que parece, o mejor dicho, no es cómo yo la pensaba. Hay que aprender a escuchar; las mamás y las abuelas son sabias, la mayoría de las veces pueden reconocer lo que tu bebé necesita con sólo oír su llanto, y ese “don” sólo se perfecciona con el tiempo, mientras tanto, no está demás prestar atención a sus consejos, aunque parezcan descabellados o pasados de moda. Prueba y decide qué le funciona a tu bebé y qué no.
 
Como papás, hay que ser realistas, y estar conscientes del tiempo que disponemos para cada cosa. Si trabajamos y nuestro bebé se queda a cargo de alguien más, difícilmente tendremos tiempo de lavar pañales y preferiremos llegar a convivir con nuestra familia y descansar. 
 
Siempre es posible reconocer las áreas en las que podemos ofrecer un mejor esfuerzo, por ejemplo, cuando Ale estaba en la etapa de papillas, los fines de semana preparábamos su comida y la congelábamos para que comiera comida libre de conservadores artificiales.
 
Ahora que ha dejado las papillas, nos gusta preparar su comida durante la semana y los domingos cuando salimos, le ofrecemos un práctico pouch de frutas.
 
Poco a poco nos hemos adaptado a diferentes situaciones. Las ocasiones en que Ale ha estado enfermo, hemos optado junto con nuestro pediatra, por lo natural y lo combinamos con medicina si se trata de algo más serio como una fiebre fuerte o una deshidratación. Contrario a lo que yo pensaba, nunca me opuse a que mi bebé tomara medicina, mientras él tuviera alivio.
 
Lo mismo pasó con el i pad, aunque la usamos ocasionalmente, debo de aceptar que se ha convertido en una buena herramienta para entretener a Ale cuando estamos en una reunión y está cansado o no quiere jugar, así puede ver su caricatura favorita “pan de nube”.
 
No te sorprenda darte cuenta que con el tiempo te vuelves más flexible. Llega un punto en el que cada familia encuentra el balance entre sus creencias, las necesidades de la vida diaria y la felicidad de sus hijos.