Estar embarazada de nuevo fue creer que lo sabía todo y darme cuenta que sólo recordaba apenas la mitad. 
 
Las circunstancias con Ale, mi primer hijo, fueron muy diferentes. Siempre sentí una confianza inexplicable (sobre todo en una mamá primeriza) de que sobre la marcha lo iba hacer bien.
 
Se podría decir que “aprendí a ser mamá” lo mejor que pude, con el tiempo que tuve, y con los recursos (libros, pláticas, consejos) que tenía a la mano.
 
Pero, ahora la misión es “aprender a ser mamá” de dos personitas diferentes al mismo tiempo y eso aveces me asusta. 
 
Supongo que ese miedo es en parte una broma de mis hormonas, que están magnificando mis emociones todo el tiempo.
 
Hay unas líneas en el libro Mamá te quiero zen que para mi describen la maternidad tal y como yo la he vivido.
 
«Volverse mamá es el inicio de un viaje desconocido, un salto al vacío, un brinco de fe. Es un reto como ningún otro y una oportunidad maravillosa. También es la fuente de un estrés inmenso”. 
 
Esa oportunidad maravillosa de la que hablan es sentir la vida creciendo dentro de ti,  pero también es estar acostada en la cama, despreocupada abrazando a tu hijo y sentir que no te hace falta nada.