Casi todas las mamás nos hemos olvidado de nosotras mismas en algún momento o por algún tiempo.
 
Un día me vi enfundada en mis leggins de yoga, escuchando un playlist que había creado para mi hijo, y comiendo cereales de colores. Pero eso no era lo peor, había dejado de hacer muchas de las cosas que me gustaban, por ejemplo, sentirme femenina a mi manera, escuchar música, ni hablemos de hacer ejercicio, o de tomar un día sólo para mi.
 
En algún lugar había dejado olvidada una o varias partes de mi y principalmente me había dedicado a ser mamá. Primero con culpa por trabajar, luego con desilusión por abandonar mi trabajo. Finalmente cuando creí que lo estaba haciendo lo mejor posible, me di cuenta que mi personalidad se estaba desdibujando, ¡ madres !, tenía que hacer algo de inmediato.
 
Estaba decidida, quería volver a sentirme linda, feliz, tonificada y además tener vida social. Afortunadamente lograrlo no fue una misión imposible. 
 
No contraté una niñera, no corrí a la estética, no compré un guardarropa nuevo, no me fui de retiro a una playa y tampoco me inscribí a 54D.
 
Empecé por lo más simple, por todo aquello que me gustaba y me caracterizaba antes de ser mamá, por ejemplo, usar aretes, ropa relajada (no deportiva), bufandas. 
 
Busqué espacio para mis hobbies, hice varios cursos en línea, empecé a practicar yoga en mi casa durante la siesta de mi hijo o ir al gimnasio de 24 horas muy temprano o muy tarde, hice un playlist nuevo con la música que me encanta y salí a cenar con mis amigas para ponerme al día.
 
Sea cual sea tu necesidad, no pierdas tu esencia como persona, siempre se puede “ser mamá sin dejar de ser uno mismo”.