“Si te equivocas no importa, se puede arreglar” , me dijo Ale.

Era la primera vez que lo notaba contento haciendo tarea y no pude evitar emocionarme, la verde es que desde que empezó con los trazos él veía la escritura como algo imposible de lograr.

La siguiente semana tenía que volver a practicar. Lo vi más dedicado y motivado que nunca.

Eso me llevo a pensar que aprender jugando es increíble, pero aprender sin miedo a equivocarte es saber que todo es posible.

Vale la pena asegurarse que nuestros hijos y nosotros mismos, sepamos que equivocarnos es parte de la vida y está bien.

Estás de acuerdo?