En la clínica de trastornos alimenticios aprendí a ser gentil conmigo y con mi cuerpo. En consecuencia, me volví más selectiva en mis pensamientos y procuraba que mis palabras fueran siempre amables para mi y para los demás.
 
Es increíble la cantidad de atención que todos ponemos en el aspecto físico. Es súper común escuchar un ¡bajaste de peso! antes de un saludo, incluso antes de que te pregunten ¿cómo estás?.
 
El tema aquí es ir más allá de lo evidente y crear relaciones más auténticas y saludables con los demás.
 
Cuando le preguntes a alguien cómo se encuentra, no lo hagas de forma automática, tómate dos segundos para escuchar su respuesta. Si te da gusto ver a alguien ¡díselo!, no importa que sea tu compañero de trabajo, tu mejor amigo o alguien de tu familia.
 
Si notas que su estado de ánimo es bajo, no está demás preguntar si todo anda bien o si puedes ayudar en algo.
 
Por otro lado, si vas hacer algún comentario, que sea positivo y real. En lugar de mencionar si alguien ha ganado o perdido peso e iniciar una conversación en torno a dietas y calorías, es mucho mejor resaltar lo saludable que se ve, si luce descansado, si su piel está radiante, o si ha mejorado su condición física.
 
Si te agrada su perfume o su sonrisa, si admiras algún aspecto de su personalidad, su sentido del humor o su creatividad, hazle saber que es así. 
 
Es muy lindo saber cuando la gente se toma tiempo para observar detalles como estos. Un acercamiento más cálido siempre se siente bien.