Hace cuatro años cuando me embaracé no sabía nada sobre maternidad, no tenía ningun punto de referencia cercano o una hermana mayor que me aconsejara y coincidir con mi única amiga mamá era casi imposible porque estaba dedicada al cien a su bebé.
 
Casi todo lo que sabía era por lo que investigaba y lo que leía, lo poco que mi mamá recordaba y por comentarios de la gente.
 
Entre más crecía mi panza más consejos recibía. Jamás olvidaré el día que me senté a llorar en Buy Buy Baby porque no era capaz de escoger “el biberón”. Había de todos los tamaños, de todas las clases, de plástico, de vidrio, con diferente chupon, con mecanismos para evitar los cólicos, etc.
 
Fue demasiado para mi, si no podía hacer algo tan sencillo como las compras, cómo me iba hacer cargo de un bebé en dos meses.
 
Ese fue nadamas el principio de miles de decisiones como mamá; parto o cesárea, leche o fórmula , alimentar por horario o a libre demanda, trabajar o quedarme en casa.
 
Pero por fin llegó el gran día, rompí fuente y en ese momento con todo ese líquido saliendo de mi, confiar era la única opción.
 
El cuerpo, la naturaleza y tu propio instinto te van dando las respuestas de lo más básico como dar a luz y amamantar, lo único que necesitas es “estar presente”, dejar ir los miedos y parar de divagar en tanta información.
 
Por supuesto que se vale tener una guía pero no existe un libro con reglas infaliblesmi consejo para la maternidad y para la vida es hacer cosas con amor, que te den paz, que te generen alegria, que te conecten con lo que eres para descubrir tu propio camino de acuerdo a tus creencias y a tus valores.
 
Es por eso que empecé este blog, mamá sin recetas es mi libreta de cosas bonitas, de ideas grandes, mi diario cuando soy vulnerable y algo me sobrepasa, cuando comparto mis días rosas y lo que me hace feliz en el mundo, es mi terapia y mi hobbie al mismo tiempo, una parte de mi corazón y todas las peripecias de mi vida imperfecta.