Por qué nos cuesta trabajo estar presentes, en nosotros mismos y hasta en nuestra piel.

La respuesta quizá es porque llevamos mucho tiempo lejos, distraídos o dormidos.

Dejamos de hablar con Dios, de salir a la naturaleza, de comer con calma, de saborear las palabras cuando salen de nuestra boca, probablemente dimos por sentado los abrazos, los afectos, dejamos de amarnos a nosotros y a nuestro cuerpo, sin darnos cuenta nos pusimos en último lugar.

Nos desconectamos de la intuición, de la sabiduría, de nuestra brújula interna .

Para responder correos, creas historias, estar en línea siempre para supuestamente ser productivos.

Aveces es agotador este ritmo de vida que nos invita más a estar afuera que dentro de nosotros, sin equilibrio.

Tengo que confesar algo, me gustan los días en los que lloro, por felicidad o por tristeza por igual, porque se que estoy sintiendo algo intensamente, estoy viva.

Me gusta todo lo que me regresa a mi. Por eso trato de despertar despacio, y agradecer, caminar mucho y mojarme con la lluvia, volver a la tierra y conectar con con lo que soy.

Me gusta disfrutar del día sin importar el clima, comer rico, tener una buena platica, vivir con intención, ser creativa y amar, amar mucho.

En resumen me gusta vivir despierta, me gusta vivir presente.

AF