La primera vez que Ale visitó la librería era navidad y tenía ocho meses. Aunque ya estaba familiarizado con los libros, en ésta ocasión él iba a escoger sus propios cuentos, así que simplemente lo sentamos en el piso de Ghandi y empezamos a mostrarle diferentes portadas.
 
En un principio nos recomendaron libros con texturas y espejos, pero como buenos papás primerizos salimos de la librería con eso y más. 
 
Compramos una serie de cuentos «Te quiero mami» , «Te quiero papi» y «Te quiero abuelito», son muy cortos y tienen ilustraciones muy bonitas que relatan las aventuras de un pequeño osito y su familia. 
 
Ale logró mantener su atención mientras le contábamos una de éstas historias, sin embargo, con sus otros libros, sólo disfrutaba de pasar las páginas una y otra vez.
 
Un mes más tarde, se interesó en las texturas de «Éste no es mi mono» , que describe las orejas, cola, pies, cejas y barriga de un changuito.
 
Se maravilló con los colores y formas de «Animales brillantes» y de ahí en adelante nos percatamos de su fascinación por los libros.
 
Ha sido increíble verlo buscar las páginas donde hay perros, simplemente para hacer chasquidos con sus dedos y decir «po», que es como él llama a los perros.
 
Ahora que tiene un año, puede identificar con facilidad los ojos y boca de los animales e imitar acciones que ve en el libro de «Abrazos» y si lee «Un paseo con los dinosaurios» muestra su lengua cuando digo -qué bocaza!.
 
Es un hecho que a cualquier edad los libros ayudan a descubrir el mundo. Coloca un par en el área de juegos de tú bebé, y tómate un momento del día para leer juntos, será algo que ambos disfrutarán muchísimo.