Hot yoga 🔥
Hablar de Bikram es un escándalo en estos días después del estreno del documental de netflix. En este post simplemente vamos a platicar de yoga.
Desde que escuché sobre hot yoga había tenido muchas ganas de ir a una clase pero no tenía ningún estudio cerca y recorrer la ciudad no me hacía mucha ilusión.
En un otoño 🍂 fuimos a Nueva York y mi primo Will me invitó a una clase, por supuesto dije que sí. Estaba muy emocionada, como cada que pruebo algo nuevo.
Me prestó un mat, una toalla y nos dirigimos a un estudio cerca de Mineola. Fueron muy cálidos con su recibimiento, me dieron un par de hojas para firmar y pase directo a los vestidores a dejar mi chamarra y mi bufanda, recuerdo que ya empezaba hacer frío.
Nos quitamos los zapatos entramos a un salón alfombrado bastante amplio, ahí dentro estaba caliente y todavía faltaban diez minutos para empezar la clase.
Tenía mil cosas en la cabeza, pensaba que me iba a sofocar, que no iba aguantar ni media hora haciendo yoga a esa temperatura, que no traía mi tapete y me iba a resbalar, definitivamente estaba estresada, cuando el objetivo era relajarme.
Recuerdo que mi primo estaba al frente y volteó para decirme que me iba a encantar, ya estaba ahí y como no tenía nada que perder simplemente me acosté y esperé paciente.
Eran las ocho de la noche y el salón estaba totalmente lleno, quizá había cuarenta personas. Por fin empezamos y cerraron las puertas, la temperatura subió aún más, así que sentí que era momento de concentrarme en las instrucciones, que de entrada me parecieron muy directas, sin una voz dulce, ni una meditación previa como yo estaba acostumbrada, supuse que lo que me hizo ruido en ese momento fue el cambio de idioma.
La técnica de respiración era diferente pero me pareció extraordinaria, la apertura de pecho dejaba entrar mucho aire y eso se sentía bastante bien, cada inhalación me llenaba de energía y sentía cómo se expandía por todo mi cuerpo literalmente, me sentía infinita, era una locura.
Solo sentía el movimiento, era un flow diferente pero perfecto. Mi cuerpo se doblaba sin el menor esfuerzo y estaba tan enfocada en mi respiración que las posturas de pie que normalmente me cuestan bastante trabajo las hice muy bien.
Pasamos a las posturas de piso y me sentía satisfecha y relajada, creí que estábamos por entrar a savasana pero la clase continuó, realmente no estaba cansada pero la toalla sobre mi tapete estaba empapada y eso me distrajo, mire al rededor y solo veía cuerpos llenos de sudor, caras rojas y felices.
De ahí siguieron otros cuarenta minutos, y con un aplauso cerraron la clase. Estaba esperando la meditación final porque es mi parte favorita siempre, pero no me importó porque estaba inmensamente feliz.
Y como no iba estarlo, no tenía ni una sola contractura, tensión, dolor, respiraba como nunca, me sentía súper fuerte, contenta, vibrante y evidentemente brillante con tanto sudor.
Esa noche dormí como recién nacida. Al día siguiente no paré de limpiarme la nariz, era como si mi cuerpo se estuviera limpiando o deshaciendo de algo que no necesitaba, de hecho me sentía bastante bien y llena de energía.
¡Fue una gran experiencia! , si te gusta el yoga es algo que debes de probar sí o sí, por lo menos una vez en la vida.

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